Alange

Alange es un pueblecito que está situado en Badajoz, a 15 Km de Mérida… y ¿por qué os hablo de él?, pues porque este fin de semana nos hemos ido a pasarlo allí… vale, ya oigo vuestros pensamientos: «…toda la semana sufriendo el calorazo de Sevilla y el fin de semana no se les ocurre nada mejor que irse a Extremadura… anda que, de Guatemala a Guatepeor…» 🙂

Panorámica desde el mirador

Pues nada de eso, de hecho el sábado ha sido el primer día desde hace mucho tiempo que he sentido frío… hasta se me ha puesto la piel de gallina!! :), pero empecemos por el principio…

La verdad es que yo tampoco las tenía todas conmigo a la hora de elegir un destino tan… «interior» digamos, pero las razones eran fuertes: entradas para ver Antígona en el teatro romano y un bono de dos noches con desayuno en un hotelito rural en Alange que me agencié hace unos meses por internet al irrisorio precio de 70 € y que había que gastar antes de que caducara. Si a esto le unimos el hecho de que, aunque a algunos les pueda parecer un sacrilegio, la playa me aburre, el plan resultaba bastante apetecible, y la verdad es que no defraudó las espectativas.

Hacia el campo...

Hacia el embalse...

El pueblecito en cuestión está muy bien preparado: jardines, balneario rodeado de frondosos árboles, casitas con encanto…ah!, y un enorme embalse con su «playita» con merendero y todo… pena que con la última subida a la única mesa que se ve sólo se puede ir nadando :D… es lo que tienen los embalses… así que más concretamente, lo que tienen es una «playita fantasma», que aparece y desaparece según se abran o se cierren las compuertas 🙂

Merendero 🙂

Este pequeño detalle no supone, sin embargo ningún problema para el baño, ya que para tal menester sólo se necesita agua y de eso hay a raudales. Así que, con unas chanclas (por lo de las piedrecitas del fondo) uno se puede dar un buen chapuzón, entre las copas de los arbolitos del merendero 🙂 Yo al menos, así lo hice, y he de decir que estaba buenísima.

Para los más escrupulosos con eso de los embalses (que los hay) , Alange tiene también, como cualquier pueblecito que se precie, una piscina municipal. Sí señor, la típica piscina del pueblo que todos recordamos de cuando éramos pequeños, donde todos se conocen. Y no le falta de nada, oiga!…:

  • El quiceañero que oposita a chulo-piscina y que no se sienta ni por asomo, para que todos puedan apreciar su musculado torso, conseguido (a tenor de lo desproporcionado de su brazo en comparación con su cabecita) a base de kilos de anabolizantes más que de horas de gimnasio.
  • El grupito de pre-adolescentes (ahora les llaman así, cuando yo tenía su edad nos llamaban niñas, en fin…), cada una pegada a su móvil, cuchicheando sentadas al borde de la piscina.
  • La «familia Trapisonda»: abuela, tíos, padre, madre, nietos,… que van llegando a la piscina por tandadas y haciendo partícipes a todos los presentes de la razón de su retraso. Vaya, una familia de esas que tiene la extraña habilidad de mantener conversaciones de punta a punta de piscina sin inmutarse……. en fin, una piscina, como las de las de toda la vida 🙂

Casita pintoresca

Alange también tiene una montañita con ruinas de castillo en la cima y todo, el problema es que se sube andando, y digamos que decidimos dejarlo para la próxima vez que vayamos… siempre y cuando esté nublado, no haga calor, no tengamos otra cosa que hacer y … hayan adecentado una pista para subir con el coche 🙂 En cualquier caso no nos quedamos sin disfrutar de vistas panorámicas, porque, aunque no tan alto como la montaña, en la cima del pueblo hay un mirador, junto a un poste de telefonía que lo afea un pelín, pero, un mirador al fin y al cabo.

Cuesta arriii...ba

Cuando os hablo de la cima del pueblo no me refiero a una pequeña loma a la que se accede por una calle ligeramente más inclinada que el resto, no, es una cima con todas las letras y se sube por pendientes dignas de puerto de montaña. No, no exagero, Alange es famosa por sus calles empinadas, de hecho a la entrada de cada casa hay escalones horizontales en la acera para salvar la pendiente. Es de ese tipo de calles, por las que cuando bajas te preguntas si tus zapatos tendrán la adherencia adecuada o deberías de volver a «boxes» a cambiar las suelas 🙂  Todo sería más fácil si estas calles-tobogán desembocaran en el embalse, el problema es que muchas de ellas lo hacen contra el muro de una casa… ahora que lo pienso… este pueblo debe de ser un chollo para los dentistas…

Esta es la normal...

Otra cosa curiosa del pueblo son las cigüeñas, bueno, del pueblo y alrededores, en el camino Alange-Mérida hay una auténtica invasión de nidos… y es que ellas se montan su morada en cualquier artilugio elevado que se encuentren: campanarios, postes de la luz, antenas de telefonía, repetidores,… por muy pequeña que sea la superficie de apoyo se construyen unos nidos enormes, y a veces incluso a dos niveles… Si alguno de los lectores trabaja en el montaje de postes de la luz, esto os interesa: los pinchos no funcionan, he visto postes coronados de pinchos con hasta dos nidos encima, ni idea de cómo lo hacen… pero lo hacen, inventaros otra cosa 🙂

...estas otras, las aventureras

Pero volvamos a lo que os estáis preguntando desde el principio… «¿has pasado frío en Extremadura en pleno mes de julio?!«… pues sí, evidentemente no durante el día, pero he de decir que por las noches refresca!… la verdad es que se agradece, ya podía pasar lo mismo en Sevilla.

El problema es que no contaba yo con eso y allá que me fui al teatro romano con mi vestidito de tiras… teniendo en cuenta que la función empezaba a las 11 de la noche, y que pillamos entradas para la cavea media (vamos, para el gallinero)… pues eso, que corría un vientecito… Pero bueno, de todo se aprende, así que yahí quedan estos consejitos para quien quiera tomarlos:

  • En Mérida de noche hace falta chaqueta o similar (fina, no os llevéis un polar que tampoco es que hiele)
  • Si váis a la cavea media (gallinero) del teatro romano llevaros un cojín. Hacedme caso, eso de que cueste 12€ no es sólo por la distancia al escenario, es que es la única zona sin asientos… «pues mejor, así te sientas sobre la piedra, como hacían los romanos«…, ya, sólo hay una pequeña salvedad: en la epoca romana las piedras de los asientos eran lisas… tras más de 2000 años hay zonas en las que incluso son puntiagudas 🙂
  • Otra cosa, «Antígona de Mérida» no es la Antígona clásica de Sófocles, es una versión basada en la guerra civil española y protagonizada por Bebe. A mí me gustó (pese a las inclemencias del tiempo), pero a lo mejor alguien se espera la obra clásica y le decepciona.

Resumiendo («a buenas horas, con lo que te has enrollado…«:)):  Extremadura, al menos la parte que hemos visto, no es para nada el lugar seco y caluroso que me esperaba, hay agua, vegetación, rincones frondosos, … como dice una amiga es una región infravalorada, y la verdad es que merece mucho la pena ir a verla… anda, mira, parezco un anuncio de la consejería de turismo 😀

2 pensamientos en “Alange

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